miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Real de la Gestalt

Unos de los aspectos particulares e interesantes que plantea la Terapia Gestalt es que es sujeto debe asumir su vida, de acuerdo a sus tiempos reales, es decir vivir de acuerdo a su presente, a su “aquí y ahora”, a manejar sus pensamientos a partir de su realidad que de su imaginario; argumento bastante válido en tanto permite que el sujeto se observe en su cotidianidad, se perciba desde su presente, y sea consciente de que lo que tiene, no tiene, quiere y desea.

La terapia de la Gestalt particularmente, pretende abarcar lo que comúnmente es ignorado y no evidente, acoge cada elemento que resulta doloroso para el sujeto y propone trabajar en este, independiente de lo complicado que resulte. Esta terapia tiende a trabajar desde el real del sujeto, desde su realidad, propone que el individuo asuma cada parte de su vida, independiente de lo difícil que esta puede llegar a ser; no trabaja desde un discurso desde el pasado o futuro, sino que más bien genera que el mismo sujeto hable desde su presente abarcando los tres elementos que tienden a ser relevantes en el ser humano: acciones, pensamientos y sentimientos.

Es relevante la manera en que el terapeuta tiende a manejar los procesos terapéuticos, éste los trabaja bajo tres premisas básicas y fundamentales: presencia, estar consciente y responsabilidad; el trabajo terapéutico tiende a manejar ciertos aspectos básicos para que éste pueda llegar a llevarse en las mejores condiciones como por ejemplo, el respeto del terapeuta hacia el paciente en tanto tenga en cuenta que el sujeto independiente de las razones por las cuales asista a un proceso terapéutico, no significa que este conscientemente desee un mejoramiento de su vida sino que por el contrario deba primero aceptar que existen elementos de su vida que pueden resultar ser la causa de diferentes problemas, y de la misma forma asumir y aceptar que éste es de esa manera y no de algo que pretende ser, un ideal de ser que implícitamente no desea ser.


Hecho por: Angélica María Neuta Flórez
Noviembre 10 de 2010

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